En el mundo de los videojuegos, muchas obras han marcado un antes y un después. Space Invaders, allá por 1978, hizo que el gobierno japonés incrementara el número de monedas en curso en el país porque se estaban agotando en las recreativas. El Mario Bros de 1983 ha vendido más de 40 millones de copias y ha servido como base para todo un imaginario, que ha reutilizado y reinventado sus personajes, banda sonora e historia. Con esto, no quiero decir que Cocoon vaya a revolucionar el género, pero no me cabe la menor duda de que nos encontramos ante una verdadera obra maestra.
Sin una sola palabra, Geometric Interactive nos transporta a un mundo lleno de misterios y maravillas, siguiendo los pasos de una diminuta criatura que parece ser una cigarra. A través de movimientos simples y un único botón, se nos invita a explorar un cosmos infinito.
El legado del diseñador de juegos Jeppe Carlsen, conocido por su trabajo en Limbo e Inside, se manifiesta de manera innovadora y perfeccionista en Cocoon. Aunque comparte los controles con sus predecesores, este juego se desvía de la tónica al ofrecer rompecabezas desafiantes en tres dimensiones. Esta dimensión adicional no solo agrega profundidad, sino también una complejidad única a los enigmas que encontramos en nuestro viaje.
El concepto es simple pero cautivador: orbes misteriosos que encapsulan mundos enteros en su interior. Estos orbes se convierten en herramientas para sortear obstáculos y resolver acertijos mientras saltamos entre mundos. Esta mecánica se convierte en una danza con nosotros mismos, invitándonos a explorar la interacción entre los diferentes mundos y desentrañar su magia oculta.
La estética visual de Cocoon es un deleite. Mientras que los títulos previos de Carlsen optaron por tonos más sobrios y monocromáticos, aquí nos encontramos con una paleta de colores vibrantes que dan vida a cada mundo. Desde los cálidos tonos de los desiertos iniciales hasta las texturas alienígenas de los mundos posteriores, cada escenario tiene su propio encanto y personalidad visual.
A medida que avanza la historia, las esferas despliegan poderes únicos, revelando nuevas posibilidades y caminos ocultos. Este progreso se asemeja a una aventura de metroidvania (a muy pequeña escala), ya que exploramos diversos mundos, conectados por la tecnología extraterrestre que se convierte en nuestra guía.
Cada mundo culmina en un enfrentamiento con un jefe, cada uno presentando nuevas mecánicas que prueban nuestra habilidad y adaptabilidad a las circunstancias. La simplicidad de los controles contrasta con la intensidad de estas batallas, desafiandonos a reflexionar acerca de las estrategias que hemos aprendido en los momentos previos.
Sin embargo, los rompecabezas no son un juego de niños. Algunos desafíos pueden parecer desconcertantes al principio, pero a medida que nos sumergimos en el mundo del juego, las pistas comienzan a surgir, presentadas de manera sutil pero efectiva. A medida que nuestro juego avanza, los rompecabezas se vuelven más intrincados y desafiantes, llevándonos de la frustración inicial a una sensación de maestría y asombro. Es más que un simple desafío; es un viaje que nos transforma y nos hace reflexionar sobre la complejidad de los misterios que la vida nos presenta. Eres tú con el juego.
En conclusión, Cocoon es una joya de rompecabezas y plataformas que no solo desafía nuestra lógica, sino que también nos sumerge en un viaje cósmico de autodescubrimiento. Con una duración de juego relativamente breve pero cargado de rejugabilidad a través de sus coleccionables ocultos, nos invita a reflexionar sobre la vida, el trabajo y la conexión con algo más grande que uno mismo. Una obra de ingeniería punta.
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