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Jusant: escalar para encontrarse

Jusant no busca desafiar por completo la convencionalidad de los típicos videojuegos de escalada; más bien, los reconceptualiza. En lugar de ofrecer una vista panorámica espectacular, te inmoviliza en la verticalidad de una montaña que se extiende arriba y abajo. Nuestra misión consiste en guiar a un personaje, silencioso y misterioso, por sus rocas y grietas, alejándonos de la exploración expansiva (y horizontal) del espacio. Jusant se enfoca en el desafío inmediato de navegar por el entorno, aferrándonos a una roca polvorienta y asegurándonos de tener un buen punto de anclaje.

La genialidad del juego radica en su novedoso sistema de control. Abandona la escalada directa con un simple botón, tan común en otros juegos del género, y opta por algo más hábil. El protagonista está equipado con mosquetones, una cuerda de longitud generosa y un estómago resistente a las alturas más vertiginosas. Cada mano extendida se controla con uno de los gatillos, de forma que podremos experimentar una sensación emocionante de fluidez, escalando acantilados a una velocidad considerable si alternamos los botones en el timing correcto. En otras ocasiones, debemos avanzar más lentamente, planificando nuestro próximo movimiento mientras nos aferramos a una repisa con ambas manos (el camino correcto suele ser el más largo). Rápidamente, Jusant establece un ritmo placentero de tensión y liberación, con el drama de la escalada intercalado por momentos más seguros de exploración y descubrimiento, ya en terreno firme.

Siguiendo el ejemplo de títulos influyentes como Journey (Thatgamecompany, 2012) y las creaciones del famoso diseñador Fumito Ueda, el nuevo título de Don’t Nod (Life Is Strange) presenta una historia nostálgica y sin conversación en medio de las ruinas de una civilización al parecer extinta. Descubriremos barcas abandonadas, juguetes de niños, talleres y cocinas, todos narrando en silencio la historia del pasado. Al colocar el oído contra conchas mágicas, escucharemos la historia sonora del lugar, intensificando ese aura trágica y de misterio. Estos espacios llenos de objetos están diseñados con un toque encantador, a menudo ubicados en los interiores de recovecos y grietas del macizo, protegidos del sol abrasador y del viento impetuoso. La única guía en la construcción del mundo son las numerosas cartas que detallan los eventos que llevaron al mundo al éxodo en el que nos lo encontramos.

A diferencia de los antiguos residentes de este refugio elevado, las apuestas para el protagonista sin nombre de Jusant no son tan existenciales. No hay riesgo de muerte. Incluso cuando nos equivocamos al colocar una mano, cayendo por el acantilado solo para ser atrapados por la cuerda, es fácil imaginar una versión diferente del juego. Pero eso cambiaría fundamentalmente la naturaleza de Jusant: nuestra relación con la montaña pasaría de simbiosis a hostilidad. En varios momentos, la fauna autóctona, incluyendo hongos bioluminiscentes y criaturas parecidas a cangrejos, viene en nuestra ayuda, recordando de manera oportuna que el éxito de la humanidad puede depender, literalmente, del apoyo de otros.

Jusant se presenta como una fábula ecológica, donde asumimos el papel de restaurador. A través de su construcción del mundo, narrativa y mecánicas de escalada excepcionales, el juego comunica que este papel requiere tanto ambición como imaginación. Esto se encapsula perfectamente en el salto que el personaje debe realizar de un agarre a otro, un acto que nos deja suspendidos en el aire durante un momento, peligroso y emocionante, que puede parecer eterno. En este pequeño salto de fe reside todo el espíritu de la aventura, la esencia que finalmente permite la rehabilitación de la montaña.

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